Nuestra actitud: Obstáculo para el desarrollo

Por Jaime Villasana Dávila

Periódico PALABRA
(06 Diciembre 1999).-

Si un Gobierno no es capaz de reforzar los valores y hábitos, que finalmente formarán actitudes, que cada individuo trae consigo desde su hogar, éstos pueden llegar a debilitarse y desaparecer, entonces comienzan a surgir problemas de convivencia en la sociedad

¿Quién no ha visto en el piso un papel y no lo recoge para tirarlo en el bote de basura? ¿Quién no se ha quejado de lo que sucede en México y, sin embargo, no acude a las urnas a votar el día de las elecciones? ¿Quién alguna vez en su trabajo ha dejado de hacer tal cosa que beneficiará a su empresa y a sí mismo? ¿Quién no ha ido a más de la velocidad permitida en una zona escolar? ¿Quién no se ha pasado el semáforo estando en rojo?.

Preguntas simples, respuestas simples. Todos o casi todos nosotros hemos hecho lo que en un principio se cuestiona. Cosas quizás insignificantes en nuestro acontecer diario, pero muy importantes en la construcción y desarrollo de nuestro Estado y de nuestro País.

¿Qué es lo que ha generado que todos nosotros hagamos acciones que no contribuyen a nada y que al contrario obstaculizan que este País no avance a la velocidad que debería de hacerlo? Bueno, pues mucho se ha escrito de eso. Unos comentan que nuestro maleficio empezó con la llegada de los españoles, ya que ellos "contaminaron" a las muy bien organizadas culturas prehispánicas, otros dicen que el mexicano es así por naturaleza, en fin..., muchos argumentos pudiera citar aquí para contestar la mencionada pregunta al principio de este párrafo. Desde mi punto de vista es la actitud que nos hemos formado desde hace varias décadas.

Pero, ¿cómo se forma o como se construye una actitud? Esta respuesta la daría mejor un sicólogo que yo, pero trataré de dar mi punto de vista de cómo se construye una actitud.

Una actitud esta compuesta por un conjunto de valores y hábitos que se han adquirido a lo largo de la vida; estos, al interactuar generan comportamientos que dan origen a una personalidad del individuo, y ésta personalidad en cierta circunstancia se convierte en actitud.

Entonces ¿quién debe hacer tierra fértil en la sociedad (sociedad que está compuesta por familias) para que los valores se respiren, se sientan, se aprendan, se enseñen, y ayuden a reforzar los valores natos que cada ciudadano tiene?

Algunos de ustedes dirán que los valores y buenos hábitos son adquiridos principalmente en la familia, que son los padres los encargados de educar a sus hijos. ¿Pero qué pasa si los padres no tienen valores, o quizás los tiene, pero son limitados y no son buenos? ¿Si esa familia se ha desarrollado en un ambiente de pobreza e ignorancia, como exigirle que tenga valores? O ¿Qué pasa cuando se han inculcado valores y buenos hábitos a los hijos, pero cuando salen al mundo exterior se enfrenta a personas con malos hábitos y antivalores, y por consiguiente malas actitudes? Un dicho mexicano dice que "el que con lobos anda, a aullar aprende" o, como dice un dicho alemán, "el que se acuesta con bebés, mojado amanece".

Otros dirán que es en la escuela donde se forman los hombres de bien, ¿Pero qué pasa si no existe un modelo educativo que no fomente o refuerce esos buenos hábitos y valores? Otros dirán que es en algún otro lugar.

A mi manera de ver, quien debe generar las condiciones idóneas para que desarrollemos y reforcemos valores y buenos hábitos y, por consiguiente mostremos buenas actitudes, es el Gobierno, nadie más.

Quizás muchos de ustedes se preguntarán por qué el Gobierno, pues bien el ser humano es un ser social por naturaleza, es decir, convive con sus semejantes, intercambia ideas y costumbres y aprende de los demás. Según Freud "el hombre ha de consentir ser 'domesticado' para incorporarse a los valores que rigen la sociedad".

La sociedad es altamente moldeada por su Gobierno y guiada por un camino que construye, precisamente, el Gobierno y que éste camino llega a una meta final: el bien común. Si el Gobierno no construye caminos "buenos", la sociedad difícilmente llegará a su meta.

Si un Gobierno no es capaz de reforzar los valores y hábitos, que finalmente formarán actitudes, que cada individuo trae consigo desde su hogar, éstos pueden llegar a debilitarse y desaparecer, entonces comienzan a surgir problemas de convivencia en la sociedad.

Un país es fuerte y próspero si sus habitantes tienen dos cosas fundamentales: buena actitud y aptitud profesional. Una actitud propositiva, constructiva, honesta, entre otras cualidades, ayuda a que los habitantes de un país convivan e intercambien ideas que ayudan a crear cosas buenas.

Por otra parte, una buena aptitud permite llevar a la práctica correctamente lo que desarrollamos con la actitud.

A mi modo de ver, en México somos muy buenos en la aptitud, es decir, hacemos las cosas de una manera profesional. ¿Quieren Pruebas? Ahí están los reconocimientos que ha obtenido la mano de obra mexicana alrededor del mundo, o los premios internacionales que destacados mexicanos han obtenido en el extranjero, entre muchos otros ejemplos. Pero, desgraciadamente esa buena aptitud fue creada a través de una actitud que muy pocos poseemos en México.

Sin duda alguna, existen muchos mexicanos que tienen y presentan día con día buenas actitudes, pero desgraciadamente son los mínimos. Hoy en día podemos ver maestros y escuelas ejemplares que transmiten conocimientos que refuerzan los valores y los hábitos. También hay muchas empresas humanistas que fomentan los valores y buenos hábitos entre sus colaboradores. Desgraciadamente, son la minoría.

¿Hemos tenido gobiernos federales, estatales y municipales que nos generen buenas actitudes? ¿Hemos tenido gobernantes ejemplares que con sus actitudes sirven de buenos ejemplos para las generaciones futuras? Las respuestas a ambas preguntas son: muchos gobiernos que no, pocos gobiernos que sí.

Para ser más claro en lo que pretendo dejar como mensaje, mencionaré algunos ejemplos que me comentó una persona a quién yo admiro y respeto mucho:

Cierto día un funcionario del sistema del transporte público colectivo de la ciudad de México, levantaba una encuesta entre los habitantes de un sector, con respecto a que pensaban si el gobierno instalaba una línea de metro por ahí. El funcionario aplicó la encuesta a una ama de casa y le preguntó lo que antes mencione: "¿Qué opina de instalar una línea de metro por aquí?", a lo que ella respondió: "Sería fabuloso que se realizara, ya que tenemos problemas con el transporte". Cuando el funcionario le comentó que la línea del metro pasaría a un lado de su casa, la señora inmediatamente cambio de actitud y le dijo que mejor no hicieran la obra ya que le ocasionaría muchos problemas.

¿Se imaginan? Qué triste, la señora presenta una actitud de egoísmo; no sabe que todo beneficio requiere de un sacrificio, quiere los mayores beneficios posibles pero sin poner su granito de arena. Una mala actitud no permite el desarrollo de una comunidad. Y créanme, actitudes como esa suceden todos los días.

Citando otro ejemplo que me comentó la misma persona:

Había un católico que todos los días acudía a la iglesia a rezarle a Jesús para que le ayudara a ganar la lotería. Y así, cotidianamente asistía a la iglesia hasta que un día el católico le reclama a Jesús: "¿Por qué Jesús, por qué si vengo todos los días a rezar no me has cumplido mi encargo", a lo que Jesús, ya cansado y un poco enojado le dice: "Hijo mío, de perdido compra el billete de lotería". ¿Qué actitud se presenta? Una actitud paternalista, ya que todo lo quiere en la mano pero sin hacer lo mínimo. Dios dice por ahí "ayúdate que yo te ayudaré"".

Y así, miles de ejemplos podríamos citar en los que podemos ilustrar claramente las actitudes que predominan en nuestra sociedad. Actitudes que obstaculizan el avance hacia el bien común, hacia un País que está sediento de una auténtica renovación de Gobierno y por consiguiente de una renovación educativa, pero que desgraciadamente no es compartida por la mayoría de los mexicanos.

Durante muchos años, los gobiernos que hemos tenido nos han enseñado a que todos los mexicanos desarrollemos una actitud conveniente para ellos. Así, muchos de nuestros hermanos presentan actitudes de paternalismo, de egoísmo, de conformismo, de nula participación ciudadana, de escepticismo, de incredulidad, en fin, actitudes que han hecho de este País, una Nación con amplias desigualdades sociales, con una pobreza indescriptible, con un crecimiento poblacional imparable que no corresponde a las cifras oficiales, con una injusticia que mata, con una corrupción que ahoga, en fin, un País con muchos problemas.

Quizás algunos de ustedes me tacharán de poco amigable del partido que hoy gobierna al País, pero como le comento a amigos priístas cuando entablamos discusiones: si tu partido hubiera llevado a cabo buenos gobiernos, si tu partido no hubiera sido el causante de muchos males que hoy agobian a México, si tu partido no fuera el causante de esos 40 millones de mexicanos que viven en la pobreza y la ignorancia, si tu partido no hubiera contribuido a fomentar esas actitudes que hoy lo ayudan a mantenerse en el poder, hasta yo sería priísta.

Hoy, con un gobierno estatal recién electo se presenta una vez más esa oportunidad de empezar a desarrollar la actitud necesaria para tener un más Coahuila "de adeveras", no ficticio y creado por una inmensa maquinaria gubernamental que compraba publicidad, periódicos, estaciones de radio y personas que trabajan en diferentes medios de comunicación. Por otra parte, el gobierno municipal de Saltillo recién electo no escapa a esta oportunidad de continuar en el fomento de esa buena actitud.

La tarea ciertamente no es fácil. El principio de Maquiavelo "quién desee renovar tendrá por enemigos a todos los beneficiados de la antigua situación", aplica en esta ocasión. Fomentar y desarrollar la buena actitud cuesta, y es necesario enfrentar a aquellos que se ven beneficiados por esa actitud que hoy predomina.

Cada uno de nosotros, y desde nuestra trinchera, podemos contribuir grandemente a que, iniciando por nosotros mismos y después contagiando a los demás, fomentemos la buena actitud. Mostremos nuestra buena actitud hacia esta ciudad, Estado y País. Contagiémonos de aquellos conciudadanos que tienen una actitud solidaria, honesta, positiva, alegre, constructiva, caritativa, reflexiva. Ayudemos a aquel Gobierno que realmente desea y fomenta un cambio de actitud, combatamos al que debido a su conveniencia no permite que todos mostremos una actitud diferente. Votemos por aquellos candidatos que realmente quieren un México de buenas actitudes. Hagamos que las cosas sucedan, nadie las hará por nosotros.

Hasta la próxima.

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