El Sistema Nacional de Coordinación Fiscal


Localeando, El Diario de Coahuila, 13 de marzo 2003

El Sistema Nacional de Coordinación Fiscal ha sido un mecanismo que ha ido evolucionando desde su gestación. El Sistema Nacional de Coordinación Fiscal ha sido el instrumento que ha pretendido dar igualdad fiscal entre las relaciones de los tres órdenes de gobierno, y que tiene sus orígenes en las primeras Convenciones Nacionales Fiscales desarrolladas en la década de los 20’s, donde se pretendieron distribuir las diferentes fuentes de recursos tributarios entre los diferentes órdenes de gobierno.

A partir de 1973 el Sistema Nacional de Coordinación Fiscal tomó forma y se construyó un sistema de armonización tributaria, es decir una simplificación del sistema tributario nacional. Antes de 1980 la coordinación fiscal consistía básicamente en la participación de la recaudación proveniente del Impuesto sobre Ingresos Mercantiles (ISIM). Esta fuente de ingresos representaba en promedio el 25.94% del total de los ingresos de las entidades.

En ese entonces, las entidades podían establecer un gran número de impuestos a las actividades productivas y al consumo (llegaron a existir 430 impuestos diferentes). Este sistema de coordinación fiscal se caracterizó por la diversidad y disparidad de gravámenes al consumo y a la producción a nivel local, lo que implicó: a) cargas fiscales diferenciadas por región b) distorsiones en las actividades productivas

Posteriormente, el actual SNCF surge en 1980 con la introducción del  IVA en sustitución del ISIM y de diversos impuestos locales al consumo. Paralelamente, el sistema de participaciones dejó de vincularse a un solo impuesto, para depender de un porcentaje del monto total de los ingresos tributarios federales (incluyendo los impuestos del petróleo).

El establecimiento del SNCF conmina a las entidades renuncian a gravar las mismas fuentes que la Federación a cambio de participar de la recaudación federal. Adicionalmente, desde la década pasada se inició el proceso de descentralización del gasto en educación, salud y seguridad pública.

Posteriormente la reforma constitucional de 1983, consolidó aún más las bases del Sistema Nacional de Coordinación Fiscal, que se constituye primordialmente por la armonización tributaria entre las tres instancias gubernamentales (Federación, Estados y Municipios. Cosa paradójica, el municipio no esta representado de manera directa en este mecanismo que se conforma para compensar a las entidades federativas y a los municipios por el sacrificio fiscal de obtener ciertos ingresos a que constitucionalmente tienen derecho.

En otras palabras es una especie de “aparato distribuidor” de recursos públicos  captados vía ciertos impuestos y que distribuye en base a ciertos criterios como la eficiencia de los municipios en el cobro del predial y en el cobro del servicio de agua potable. Amén de otros criterios como el de pobreza, población, participaciones anteriores, número de comunidades y delegaciones, entre otros.  Pero este tema es tema de análisis en el capítulo siguiente.

El correcto funcionamiento de este instrumento ha sido cuestionado en los últimos años por los órdenes de gobierno estatal y municipal, al considerarlo ya caduco y obstaculizador del federalismo fiscal. Sin embargo, las autoridades federales argumentan que desde la creación del SNCF las transferencias totales a los Estados y Municipios han crecido 370% en términos reales.

Como sea que fuere, hoy en día, los tres órdenes de gobierno enfrentan grandes desafíos en lo que se refiere a su hacienda pública. Con respecto a los municipios tenemos que si bien la mayoría no enfrenta algunos problemas financieros como de deuda pública, que en algunos Estados comienza a turnarse grave, si presenta enormes áreas de oportunidad en el aspecto de eficientar el cobro de aquellos impuestos locales, pocos por cierto, que puedan impactar en alcanzar parámetros aceptables.

Para lograr un desarrollo financiero y hacendario integral se requiere de un muy buen manejo de los elementos de la hacienda pública estatal así como de una verdadera disciplina en el gasto. Los aspectos del ingreso, gasto, patrimonio y deuda pública son elementos que requieren de un seguimiento en el tiempo y en la forma.

En el tiempo porque se requiere de la construcción de tendencias que vayan indicando el destino de la hacienda pública. Hoy en día los funcionarios estatales requieren de panoramas virtuales que les permitan realizar una correcta toma de decisiones, atrás deben quedar las decisiones sobre la marcha que traían muchas graves consecuencias para las finanzas públicas. Quienes sigan transitando por este camino, están condenados a seguir perdiendo oportunidades de desarrollo y a seguir retrasando el bienestar tan anhelado por la  sociedad.

En la forma porque son las actividades y las acciones cotidianas de los funcionarios y empleados de la administración estatal quienes van construyendo una estructura administrativa y de coordinación que sea capaz de proveer de servicios a la comunidad. Pero no solo se requiere del recurso humano, se requiere de recursos materiales y económicos, que trabajando bajo un sistema (administrativo y operativo) generan salidas de benefactores.

La evolución de la hacienda estatal aún no termina y esta lejos de alcanzar un auténtico fortalecimiento, más cuando las diferencias entre los municipios en México es muy abismal, generando diferencias en los requerimientos que cada uno de ellos necesita para salir avantes. Las reformas que guiarán a una auténtica autonomía municipal aún no se escriben ya que están en gestación.

Hasta pronto.

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