Artículo Localeando, El Diario de Coahuila, 3 de julio 2004
Semanas
atrás se desato una polémica entre los Alcaldes de Saltillo y Torreón en el
sentido de pregonar cual de las dos administraciones ha invertido más en obra
publica. Con sus respectivas cifras, cada Alcalde pretendía convencer a un
electorado, que aun permanece dormido, de que su respectiva administración
tenia un mejor desempeño en este rubro. En el fondo un intento loable y muy
necesario; en la forma un desgaste inútil.
Como
sabemos, al final el mini-debate terminó en nada, y era de esperarse, debido a
que, primero, ni uno ni otro bando confiaba en las cifras ofrecidas por el
contrincante y segundo, la desconfianza provenía de cifras que no eran
comparables dada la composición conceptual de la obra publica en cada
municipio. Es decir, para Saltillo “obra publica” involucra ciertas inversiones
y gastos y para Torreón involucra eliminar o agregar ciertos conceptos en
dichas inversiones y gastos.
Alcaldes
y tesoreros de cada municipio alegaban o descalificaban a su contrincante
señalando, entre otras cosas, que la composición de los presupuestos no es
igual. Y tienen razón, pero las diferencias presupuestales no representan un
impedimento definitivo para compararse debidamente. Una vez más, los
coahuilenses nos quedamos con las ganas de saber la verdad.
A lo
largo de los años cada municipio del país ha ido conformando su presupuesto
dentro de un marco que establece cada Constitución estatal. Algunos han
utilizados todas las herramientas financieras disponibles a su alcance para
incrementar sus recaudaciones, mientras que otros han preferido no meterse en
problemas con los habitantes, lo que es una actitud comodina.
Así
entonces, tenemos que Torreón tiene un impuesto que se llama Derecho de
Alumbrado Publico, impuesto que Saltillo no tiene. Torreón decidió concesionar
el servicio de recolección de basura, Saltillo no. ¿Son buenas o malas estas
decisiones? Los números lo dirán.
A pesar
de las diferencias presupuestales hay ciertos promedios que ayudan para darse
una idea general de cómo andan las finanzas en un municipio. Uno de estos es
que por cada mil habitantes se tiene de presupuesto un millón de pesos. Es
decir, si un municipio tiene 200 mil habitantes es muy probable que su presupuesto
esté rondando los 200 millones de pesos.
Sin
embargo, este es el promedio. Existen municipios que tienen o un mayor
presupuesto con relación a su numero de habitantes o viceversa. Un ejemplo
claro lo es Ramos Arizpe, municipio que tiene, aproximadamente, una relación de
2 a 1 en su presupuesto con respecto a sus habitantes. Una de las razones;
posee un sector industrial que paga altos prediales. Así entonces, el promedio
utilizado no es suficiente para comparar porque se cometería una injusticia, pero
si ofrece indicios.
Para
que una comparación pueda darse, cada rubro presupuestal (obra publica, nómina,
seguridad publica, entre otros) tiene que componerse de los mismos
conceptos. Y he aquí entonces el
problema: cada municipio del país prácticamente integra los rubros como mejor
se le acomoda, haciendo que sea complejo comparar no solo desempeños
financieros, sino también desempeños administrativos y operativos.
Pero el
problema no termina aquí. Cada Estado del país presenta un sistema contable diferente
lo que hace que tampoco sea confiable y fácil el comparar a la primera
desempeños estatales. Siendo así, los mexicanos tenemos que conformarnos con
las cifras que cada gobierno ofrece, mismas que en algunas ocasiones carecen de
sustento.
Tenemos
entonces un grave problema contable que, afortunadamente, esta siendo al menos
abordado dentro de la Convención Nacional Hacendaria, aunque no se sabe sí al
final habra éxito. Pero el que haya o no-éxito, no significa que se va a
detener el mundo de las comparaciones.
Algunos
organismos y Estados están ya trabajando de lleno para hacer comparables los
desempeños gubernamentales, es decir, comparar bajo las mismas reglas y bajo la
misma escala de medición. La AMMAC (Asociación de Municipios de México) y el
Estado de Campeche, son algunos de estos.
El
primero desarrolló en 2001 el Sistema de Indicadores de Desempeño (SINDES),
herramienta que mide nueve áreas del gobierno municipal (finanzas, seguridad
publica, parques y jardines, alumbrado, etcétera) a través de 50 indicadores.
En este programa participan alrededor de 20 municipios de diferentes Estados
del país. El participar les permite compararse con respecto a otros gobiernos y
conocer las acciones que están desarrollando para hacer igual o mejor el trabajo.
El otro
ejemplo es el Sistema de Indicadores de Medición al Desempeño
Gubernamental (SIMDEG), desarrollado en
el Estado de Campeche y donde incluso ya se reconoce el esfuerzo que realizan
las administraciones municipales para mejorar su desempeño, a través de la Ley
Constitutiva del Reconocimiento de la Gestión Gubernamental.
El
SIMDEG es un esfuerzo que fue llevado a cabo por la Auditoria Superior del
Estado de Campeche en colaboración con el Congreso del Estado. Este sistema de
medición mide siete áreas: administración tributaria, gestión presupuestal,
administración de efectivo, administración de pasivo, desempeño administrativo,
servicios públicos y obra publica.
Los
beneficios de ambas herramientas son diversos y palpables pero resalto los siguientes:
a) mismas reglas para todos los municipios; b) mismos parámetros de medición,
lo que evita las subjetividades en los datos y c) información publica que ayuda
a los habitantes a conocer con veracidad el desempeño de su gobierno.
Si
queremos hacer comparativos entre los municipios de Coahuila para conocer
desempeños tenemos que forzosamente diseñar un mecanismo o una herramienta que
armonice los conceptos que se van a medir. Así que señores diputados
coahuilenses tienen en Campeche una herramienta digna de ser copiada.
Pero
mientras el Congreso de Coahuila decide o no trabajar en la materia, no estaría
mal que los gobiernos locales de Torreón y Saltillo participaran en el SINDES.
Así podrían estar discutiendo sobre bases firmes quien es mejor en qué y no
estar debatiendo sobre números incomparables. Si hay auténtica voluntad de
querer compararse, pronto tendremos noticias.
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