Inseguridad

Artículo Localeando, 28 de Agosto de 2008 
Jaime Villasana Dávila 

La verdad es que como sociedad hemos puesto deliberada y/o inconscientemente todos los ingredientes para que tengamos la inseguridad que hoy sufrimos en México y en Coahuila. Hay niveles de responsabilidades en este problema y a veces cuesta definirlo, tal como lo cuestionó el empresario Alejandro Martí frente a Gobernadores y el Presidente; “¿Habrá sido ese engendro maligno, hijo de la impunidad o todos nosotros que con el paso de los años, nuestra irresponsabilidad y nuestra ceguera hemos creado lo que hoy estamos viviendo?

Es claro que si como sociedad (los auténticos dueños del negocio) no indicamos el camino a políticos y autoridades, estos harán de las suyas aún y cuando la ley les indique claramente lo que deben hacer. Por eso en cualquier democracia la ley no es suficiente. En México pensamos que sí y ahí están las consecuencias.

Como sea, los políticos tal cual líderes sociales que son juegan un rol esencial y bajo un escenario normal no deberían esperarse a la presión de la comunidad para actuar. Pero si se da, atenderla es para beneficio de ellos mismos (más votos, mayor reconocimiento, prestigio), aunque claro, prefieren tomar el camino más corto hacia el paraíso llamado poder, aprovechándose de éste para incrementarlo de manera poco ética e incluso cínica.

Lo ineludible para todos es el escenario actual; una manta en el boulevard Carranza (la primera en Saltillo), una región lagunera ya en poder del crimen organizado, un secretario de Seguridad Pública enfocado en todo menos en su chamba, un procurador estatal que elude responsabilidades propias para pasárselas a una autoridad federal igualmente rebasada, directores de policía municipales “cuates” de los alcaldes, diputados sacando raja política, millones de pesos destinados a programas no prioritarios (farmacias de la gente), policías con crisis existenciales y desmoralizados.

Tenemos pues a un Coahuila en la frontera del caos y a un país ya en él con todo lo que ello significa. Los políticos repartiéndose los centavos, los criminales los pesos y la sociedad poniendo los muertos.

A nivel local estamos todavía a tiempo de que el gobernador, alcaldes y diputados se enfoquen seriamente en el problema y decidan aprobar reglas y sentar las bases de un sólido sistema de seguridad pública estatal, profesional, lo mínimo corrupto y alejado de la influencia partidista.

La mala noticia es que el tiempo se agota.

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