No todo es Narcotráfico

Artículo Localeando, 3 de Septiembre de 2008 
Jaime Villasana Dávila 

Con los acontecimientos sucedidos en las últimas semanas mucho me temo que nos estamos concentrando demasiado en unos cuantos pinos descuidando el resto del bosque. En otras palabras, las autoridades de los tres órdenes de gobierno realizan esfuerzos extraordinarios para combatir la inseguridad y el narcotráfico en menoscabo de combatir la corrupción, la impunidad, la opacidad, la debilidad institucional.

Como siempre, las autoridades toman una actitud reactiva ante la presión social y no proactiva en tiempos menos “calientes”, cuando se tiene la cabeza fría y están las condiciones para ir armando un buen entramado institucional. Parece gustarles tener el agua al cuello y después preocuparse por cómo salir de la inundación.

Mientras esto acontece en el ámbito gubernamental, en lo social la desesperación comienza a hacernos presa y nos obliga a salir a las calles para manifestar nuestro desacuerdo y exigir un ¡ya basta!, ejercicio democrático que no necesariamente puede transformarse en una ola de reforma colectiva donde todos (sociedad y gobierno) nos vemos favorablemente arrastrados. Ya lo vimos con las marchas de finales de los 90s y 2004. Nada cambió ¿y en 2008?.

La buena noticia es que la sociedad al menos acude a una herramienta disponible en toda democracia (manifestación colectiva de ideas -marchas). La mala es que no hemos sabido operar efectivamente los mecanismos ubicados entre la actividad normal y las marchas (o entre Sociedad y Gobierno); los múltiples consejos ciudadanos que tenemos a lo largo y ancho del país.

Pero regresemos a la esfera de los tres órdenes de gobierno, cuyo enfoque de las autoridades (y de los ciudadanos también) en los efectos (narcotráfico, inseguridad) y no en las causas (corrupción, impunidad, reglas inadecuadas, debilidad institucional), nos augura un futuro lleno de círculos viciosos, generando al final del día un país cada vez más polarizado social y geográficamente.

Se requiere entonces enfocarse en lo importante y no sólo en lo urgente. En ganar esas pequeñas batallas diarias libradas en los procesos y tomas de decisiones realizadas por autoridades. Se necesita usar los dientes que las leyes poseen y enviar claros mensajes a los torcedores de la ley.

No todo es dinero como manifiestan en sus discursos los ejecutivos federal, estatales y municipales. No todo es narcotráfico e inseguridad, temas urgentes a atender sin duda pero que no son los cruciales porque se trata de efectos.

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